lunes, 13 de julio de 2009

Completó el resplandor del sol en el momento que en mi sueño abrió los ojos, y la luz que estos desprendían inundó toda mi alma haciendo así que me despertase sobresaltada.
La tarde se iba a dormir con esa luz anaranjada que tanto había amado hacía unos meses.
Su olor, su mirada e incluso sus pensamientos seguían invadiendo mi mente y el que había sido nuestro hogar.
No podía para de recordar sus profundos ojos negros que tenían el extraño poder de hacerme sentir tan menuda e incrédula, que ni siquiera era capaz de luchar contra ellos.
Era un mirada limpia, profunda, que conseguía cautivarme durante horas, días e incluso años.
Me levanté de la cama con la sensación que había dormido durante siglos, pero que aun tenía sueño. Mis mejillas estaban empapadas de soledad y dolor.
La angustia picó a mi puerta en el momento que ví que había una carta encima de la mesa del comedor.
La luz anaranjada la iluminaba como si se en ese sobre, se escondiese un ángel.
Me acerqué con cautela a ella con la intención de abrirla, porque tenía la sensación que las palabras y emociones que contenía iban a salir disparadas contra mi, haciéndome chocar contra un muro que pensaba ya derribado.
Al abrir el sobre que contenía mi nombre me quedé paralizada durante unos minutos.
Sabía que lo que él hubiera escrito en ese momento, iba a determinar el camino de mi ser para siempre.


"Supongo que a veces se crea una dependencia. Es una droga a la que no te puedes desenganchar. Esa persona se mete en tus sueños, en tu vida y en tu tiempo. Te roba todas las ilusiones "tuyas" para hacerlas "nuestras" y te hace ver que la vida, no es respirar o sentir. Es el momento en que los pulmones se comprimen para dejar paso a las sensaciones.

Una vez, una sola vez en tu vida, se presenta una guerra en tu vida. Un revolución que te cambiara pasa siempre. Que te hará volar a lo más alto o te hará hundirte en el fondo del corazón. Es revolución te hará enfrentarte a los más temidos miedos del mundo. Pero te deberás enfrentarte solo. Sin ayuda de nadie. Porque esta revolución te perforará el corazón sin ningún tipo de piedad. Te hará llorar, sufrir y sangrar ira y rabia.
Nunca, nunca podrás olvidar todo lo que te hará sentir. En esta batalla ni se pierde ni se gana. Porque solo con poder lucharla una vez en toda vida, ya habrás ganado.
Y todos, incluso los que tiene el corazón de piedra, aprenderán a rendirse ante ella y darán la vida por sentir su aliento.
Es revolución te va a enseñar a vivir. Y te hará mejor o peor persona.
Esa revolución te va a cambiar para siempre la vida. Porque ya no será tuya. Será una vida compartida para el resto de la eternidad.
A esa revolución la suelen llamar amor...

No puedo imaginar como serían los días sin esa tranquilidad que me proporcionabas cada noche antes de acostarte. He aprendido a dejar un lado el rencor y la rabia para ser mejor persona. Has creado mucho más que una revolución en mi.
¿Sabes? Solía despertarme a media noche y no me podía volver a dormir.
Entonces te miraba y acariciaba tu cara con timidez. Notaba el roce de tu cuerpo junto al mío desnudos y sin temor al frío invierno. Nuestras almas se arropaban juntas. Entonces notaba que tu mano estaba agarrada a la mía con fuerza a pesar de que estabas dormida. Ese era el momento del día en el que me sentía libre y feliz.
Nunca, nadie, me hará volver a sentir lo que he sentido contigo porqué para eso, debería ser el mismo y ya no lo soy.
Contigo he construido estrellas en medio de la nada. He aprendido a ver el mundo con los ojos del alma...
Y ahora que el mio ha quedado derribado para siempre, solo puedo decirte que tú has sido esa revolución. Gracias por hacerme vibrar, por todas las emociones regaladas y por todas estrellas creadas a tu lado.
Perdoname.
Te quiero..."







En ese momento, me dí cuenta que mi revolución había acabado para siempre.
Ahora solo quedaba curar las heridas y prepararse para lo peor..
El olvido y la resignación.






Lidia V.
14/7/09

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