lunes, 14 de diciembre de 2009

Creo que fui yo la que me equivoqué desde el momento en que me dejé llevar por los pozos negros que tienes por ojos.
Que fui yo la que tuve que aprender a escurrirme entre las noches para dejarme caer por "casualidad" en el borde de tu cama. Y en verdad, creo que no fuiste tu el que me hiciste crecer en cuerpo y alma. Creo que la perfección que tu presumias poseer, se vio eclipsada por las grandes imperfecciones que albergaba mi corazón. Y eso, te encantaba.
Y que lo que me hizo única y deseada por tu ser, fue la sutileza de mis miradas y la pasión de mis pensamientos hacía lo que tenía y nunca disfrutaría.
Además, creo que aprendi a diferenciar los porqués, de las consecuencias.
Aprendí que todos mis actos contenian unas reacciones más allá de lo que yo conocía y de lo que yo esperaba...
Que los juegos siempre tienen un perdedor, y que las noches (por mucho que quiera) siguen y seguiran siendo oscuras.
Los ideales se quedan a un lado cuando hablamos de nosotros y creo que por primera vez en mucho tiempo, me traicioné a mi misma por conseguir unos minutos más de glória en forma de humo.
Al final fijaté. Creo que ninguno ha ganado y que tampoco hemos perdido.
Quizá no hemos ni aprendido y que los dos volveremos a tropezar con las mismas piedras. Quizá ni siquiera esto fue real y lo que queda por venir lo es menos.

Creo. Creo que nunca, nunca jamás volveré a creer en lo que veo.

viernes, 6 de noviembre de 2009

Parece increíble.
De verdad, la palabra es increíble.
Increíble cuando ves delante de ti los trenes pasando a toda velocidad, donde viajan tus ideas, tu tiempo, tus historias... Tu historia.
Cuando miras a los ojos a los mismos de ayer, y ves que existen nuevos colores en sus pupílas y tu sin darte cuenta. El tiempo corre, desesperado, como si alguien lo estubiese siguiendo. Y ese alguien es cada uno de nosotros que, inútilmente, nos intentamos anteponer a todo lo que no podemos alcanzar. Intentamos llevar la situación bajo control, creyendo que al fin la victoria será nuestra.
Como nos equivocamos. Hasta nuestro propio yo es tan escurridizo, que es complicado alcanzarlo. Pero aún y así, somos tan tercos que lo seguimos intentando día tras día. Porque de hecho, ese es nuestro día a día. Perseguir, anteponerse a todo, controlarlo...
¿El que?
¿Que se supone que disfrutamos? ¿Que es eso tan importanto que intentamos alcanzar? ¿Sobre que intentamos no perder el control? ¿El tiempo? ¿La vida? ¿Nuestra existéncia y la de todos los que nos rodean?
Yo creo que más que todo eso, esta el alma. El alma que nos impulsa a perseguir, a equivocarnos, a contemplar y ser contemplados, a intentar controlar, al fracaso seguro, a la recuperación final...
El humo de nuestros trenes se desvanecerá con el tiempo, sin tener tiempo de guardarlo en cajas de cristal, ni el olor perdudará en nuestros pulmones, ni tan siquiera su recuerdo permanecerá para siempre...
Entonces, ¿Que queda? ¿Luchar? ¿Rendirse? ¿De que sirve?
¿Que queda? Sentir.
¿Que persigo? Mi propio yo.



Y vosotros, ¿Que persiguis?



Lidia V.

6/11/09

sábado, 10 de octubre de 2009

Amarillo, rojo y gris.

"Siempre piensas que puedes tener a todo lo que te rodea metido en una caja de cristal, para ansío observarlo todo y no dejar lugar a la intimidad de las emociones.
Te equivocas si piensas que conmigo puedes hacer lo mismo. Mi alma es demasiado grande para tu diminuta caja de cristal, y mi corazón jamás podrá soportar que los sentimientos por los que él late, se substituyan.
No creas que siempre es el roce de tu piel el que se acopla a mis manos y crea sobre mi escamas de placer y miradas. A veces es la luz del día la que se cansa de verte entre mis piernas cada vez que quiere visitarme y no solo es la luna que se cansa de tus, ahora, falsas caricias, también las sábanas se quejan de estar siempre tan mojadas cada noche.
No creas que esos ojos color carbón pueden convencer a las compañeras de esas horas muertas esperando a que de repente, pronuncies mi nombre entre miles de besos que se han vuelto demasiado agrios. No, no creo que consiguieras el perdón de las incontables sonrisas que te regale sin pedir nada a cambio.
Ahora que ni las palabras escritas han perdurado, me pregunto ¿Que se ha hecho de tantas cosas, que hemos compratido, a parte de cenizas y olvido?
La verdad es que jamás podré perdonarme el haber apostado por tu cuerpo y tu alma sabiendo que el precipicio estaba más cerca de lo que quería creer.
Me equivoque. Y no es malo. Lo único malo que hay aquí es la triste historia que estás dejando que tus errores escriban. Y eso si que perdura cariño.
Jamás volveré a acariciar ninguna tez tan venenosa como la tuya y hoy maldigo una y mil veces aquella casual tarde en que sin saber como, me tropecé con tu mirada."


Me dí cuenta en ese momento que la perdí. La perdí para siempre. No me di cuenta que ella ya no escribía, que en las noches su cama se había vuelto demasiado grande para ella sola y que los días eran agonizantes esperas de palabras. La había dejado de abrazar cuando salía el sol y solo había tiempo para ella cuando las noches eran demasiado frías...
Joder, yo la quería. Yo quería estar con ella todo lo que me quedaba de vida. Ella fue la que me enseño a amar, a ser yo mismo. Hizo un gran esfuerzo confiando en mi y yo nunca lo supe ver...
Yo si que me equivoqué cariño. No supe ver en tus ojos esmeraldas la tristeza que te acompañaba y tus palabras corrían por mis oídos como si fuera lluvia de otoño. Tan comunes, tan inertes...
Fui yo el que me equivoqué..




Y lloró. Lloró como había llorado ella al dejar esa nota. Se les escapó el amor por la puerta de atrás. Quizá no fue culpa de ninguno. Quizá fue de los dos. Pero lo único que es seguro, es que nunca volverán a mirarse como la primera vez. Esta vez no...




Lidia V.
10/10/2009

jueves, 10 de septiembre de 2009

He pensado fríamente en tí.
Sin tener en cuenta las palabras que se ha llevado el viento, ni tampoco en las tardes escondiéndonos del sol que intentaba pillarnos entre mirada y mirada.
Hoy he pensado que tú...
Que tú me enseñaste a acariciar de verdad. Sin tener miedo a sentir lo que he aprendido a sentir. Me devolviste la inocencia que perdí la primera vez que miré a la cara al miedo que esconde el corazón. Me entregaste tu alma entre suspiro y suspiro y aprendí a deshacer las sábanas de caricias ajenas.
Aprendí que en la vida las esperanzas van depositándose suavemente sobre tierra mojada y que finalmente se acaban consumiendo y dejan una estampa que a nuestro paso, se vuelve un poco más vieja. Y sinceramente cuando te miraba, no dudaba de los besos que me dabas sin que nadie se diera cuenta. Ni tampoco de las manos tan grandes y acogedoras que me entrelazaban, cuál muñeca de porcelana.
Hiciste que la mujer que dormía en mi interior despertara cada día para enfrentarse a las miradas indiscretas de aquellos que querían saber demasiado, y a los rayos de sol que se interponían entre nuestros cuerpos.
Supe que la inocencia que había estado conmigo hasta entonces, había dejado paso a los razonamientos nada racionales.
Y que las lágrimas o lamentaciones absurdas de amores pasados o amistades perdidas, habían sido borradas por las innumerables escapadas del mundo que me ofrecías entre sonrisa y sonrisa.
Supongo que me enseñaste la lección de que una mirada SI es capaz de captar toda la atención que puedes tener. Y que una sonrisa puede hacerte de luz durante miles de kilómetros y miles de años.
La tez más oscura que la noche había dejado paso a la triste piel de la luna que iluminaba lo que antes nos ayudaba a esconder.

Al final, no es tan buena como yo pensaba. Y ha dejado al descubierto todo lo que habíamos escondido sobre nuestros corazones.
Y ahora... somos tan y tan cobardes, que jamás nos volveremos a mirar a los ojos por miedo de quedar igual de prendados que la primera vez.


10/9/09
Lidia V.

jueves, 27 de agosto de 2009


Supongo que con el tiempo que lleva el sol metiéndose dentro de mis noches y no dejándome dormir con esos dichosos rayos, que lo único que hacen es tocarme la moral, debería proponerme ya cambiar de lado de mi alma. Que este ya esta muy desgastado de tanto darme vueltas...

También supongo que no puedo evitar que pasen cosas, que en la vida no todos los caminos sean rectos ni que algunos de los amores que he encontrado naufragen entre mares de olvido.

Tampoco creo que sea tan grave tener problemas. Al fin y al cabo son aquellos que te hacen valorar los buenos momentos, los verdaderos amigos y lo más bonito del día. Sino, ¿Que sería de nosotros sin saber valorar todo lo que la vida nos da?

Que tampoco creo que sea muy malo que los amigos y los amores se vayan renovando sin un porqué claro, a pesar de que entregues todo lo que eres por disfrutarlos un segundo más...

Que ante la adversidad que nos plantea la vida cada día, nos haga ver lo dura y maravillosa sin tener en cuenta emociones, estaciones o caricias.
Que a pesar de que las cosas se puedan torcer, hay siempre una canción o un pequeño resquicio de luz ( que se cuela a traición el muy osado), que hace que un instante de calma abarqué hasta el corazón mas arrugado y difícil de ablandar.

Hagamos que parezca un accidente todos aquellos momentos en que nos sentimos hundidos, despreciados o con frío en el alma.
Que nadie ni nada nos nuble los días , minutos o instantes que nos quedan por aprovechar. Da igual como ni con quien. Que no tengamos motivos para reírnos o saludar con nuestra mejor sonrisa a aquel desconocido que siempre nos cruzamos.

Que no... Que seguro que no es tan malo ni las lágrimas, ni lo perdido ni tan siquiera lo que nos queda por perder. Que todo lo bueno nos será recompensado, y también todo lo malo.
Casualidad, destino, suerte... Cada uno lo llama como quiere. Yo me quedo con el quizá.



No, supongo que tampoco es muy malo...



Lidia V.
A tí, y a vosotros. Con lo que fuí, seré y nunca soy.

lunes, 10 de agosto de 2009


Pude entrever, entre las pálidas nubes que acolchaban la tarde del 17 de Marzo, un resquicio de rayos de luminosidad que adoptaban la forma de pequeños deseos que se solían perder en las madrugadas de verano.
Noté como una fría gota de sudor resbalaba por mi frente y me producía una cierta incomodidad al adentrarse a través de el polar que llevaba puesto.
Llevaba más de una hora pedaleando en aquella chatarra con ruedas, a campo a través y sin parar ni siquiera a pensar que estaba haciendo.
Sabía que no podía dejar de adentrarme inconscientemente en aquel terreno que me parecía tan peligroso como interesante. Y no estoy hablando de un bosque o un lúgubre pantano. Me refiero más bien a algo mucho más denso que cualquier lugar que pueda existir en toda la faz de la tierra. Es más bien el lugar mas increíble en el que había podido sumergirme jamás. Sus ojos oscuros me hacían caer continuamente en una espiral de la que no pretendía ni intentar escapar. Era un lugar reconfortante y plácido en el que los temores, las mentiras y la abrasadora realidad se quedaban hundidos bajo el lecho de su mirada.
Y de nuevo allí estaban. Justo donde pude encontrarlos hacía unos meses atrás. Frené en seco y me acerqué tímidamente hacía el banco donde él se encontraba apoyado, cabizbajo.
Antes de que pudiera llegar a tocar su oscura piel, él ya se había girado suavemente para ver quien venía y dejó volar una ligera sonrisa que a mí me parecía la mayor bocanada de aire que podía desear mientras me asfixiaba la vergüenza y el arrepentimiento.

- Pensé que no vendrías.
- Yo tampoco lo pensaba.

Sus oscuros ojos negros que tanto conseguían cautivarme, se habían convertido en un pozo de dolor y lágrimas en el cual yo sentía que era la causante. Y eso si que me dolía.
Me acerqué a él temblorosa por el miedo que me producía verle sufrir. Él apenas podía levantar la cabeza y podía observar como el peso de lo que él sentía, le estaba consumiendo y acabando con sus esperanzas.
Le acaricié las mejillas empapadas de desolación y lo único que pude decir fue "Lo siento".
Un mísero "Lo siento". Hasta yo me sentía despreciable con aquella limosna que le estaba ofreciendo. Ni siquiera yo misma era capaz de aceptar los errores que había cometido, los destrozos que había provocado en su alma sin derecho alguno...
Pensé que nunca me podría llegar a sentir mas cobarde y odiada como me estaba sintiendo en aquel momento.
Y ahora me encontraba allí. Con los restos de luz que el sol dejaba ver y las limosnas que yo le estaba echando a su sombrero con forma de decepción...


Lidia V.

jueves, 6 de agosto de 2009


Parece mentira que la primavera me haya dejado un sabor tan agridulce en los sentidos.
Como se ha permitido la muy grosera de entrar en un corazón blindado por el dolor y la dureza, como el mío. Y convirtiendo la frialdad en simples carcajadas que se pierden en la madrugada acompañadas por un cigarro consumido.
Como el aire golpea sin ningún tipo de miedo el alma, las ganas y la sed de ti. De tu olor.
Sin pedirlo, me encontré entre tus ojos y tus sábanas sin ninguna posibilidad de escapar, o de querer que exista.
Sin pedirlo, también me encontré montada en una ilusión a 80 km/h, mirando como el mar o las margaritas de tu jardín me saludaban alegremente riéndose de la cobardía que sudaba a cada instante a tu lado.
Me encontré abrazada a ti, sintiendo el corazón más cerca incluso que tus labios, sin pedirlo por supuesto.
Un corazón, que extrañamente, había quedado de nuevo a merced de unos ojos oscuros y una sonrisa infinita.
Me volví a ver metida, en cuestión de semanas, en otro camino que se había cruzado sin querer en el mío.
Y sin querer también, aprendí a sentir temor por las consecuencias que podían causar mis impulsos y mis emociones.
Aprendí a esperar las horas necesarias y recopilar las excusas más subrealistas, para así poder picar a tu día, y regalarte todo el tiempo que había estado esperando.
Comprendí que cuando sentía tu olor rasgandome la piel, tus palabras encadenandome a tu cama, tus manos trepando sin ningún pudor por mi espalda y mi serenidad, no era casualidad que la mirada que nos unió una tarde fría de febrero nos hiciera tocar la mayor locura de nuestras vidas.


Ahora, después de tantas miradas y caricias robadas en cualquier lugar, puedo decirte que esto no fue sin querer.
Ni casualidad.
Si así hubera sido, amor mío, tendría que decir que creo en los milagros. Y eso tambien sería creer en Dios.




Lidia V.

lunes, 20 de julio de 2009


Supongo que ya no puedo decir nada al respecto.
Creo que esto ya ha tocado fondo hace mucho tiempo. Más del que yo pensaba.
Parece mentira que ahora, poco a poco, me esté dando cuenta de lo que ha estado pasando a mi alrededor durante los últimos años de mi vida.
Y creo también que una vez tocado el fondo, hay que doblegar las piernas e impulsarse hacía arriba con todas las fuerzas que conserves después del amargo y fatigoso descenso.
Ahora tampoco es el momento de preguntar porqués ni de buscar culpables.
Porque culpables, son todos aquellos que por un segundo participaron en esta locura.
Tu, yo, la primavera, la inocencia, los vecinos, el sol e incluso las ganas de ver lo que no existía.
Todos y cada uno de ellos tienen la culpa de la palabra nosotros.
Así que desde el más sincero sentimiento de madurez que florece en mi, hoy te puedo decir que nunca, jamás te podré echar en cara nada.
Que no fue culpa de nadie que el amor no tocara a tu puerta preguntando por mí.
Y que si finalmente has conseguido lo que tu de verdad querías, que es ella, me alegro.
Me alegro que al menos tú hayas podido encontrar lo que yo todavía sigo buscando desde aquella lluviosa tarde de abril: la paz.




Dedicado a la melodía que un día conseguiste extraer de esta vieja guitarra sin cuerdas.
Lidia V.
20/7/09

jueves, 16 de julio de 2009

- No sé que hacer... Me siento totalmente inútil ante esta situación.
- La culpa es tuya.
- ¿Qué?! ¡Como puedes decirme eso!
- Es la verdad, y parece que es cierto eso de que la verdad duele...
- No tienes nada de corazón. No sé que te pasa.
- ¿Quieres saber realmente que me pasa? ¿De verdad quieres oírlo?
- ¡SÍ!
- ¡Yo te voy a decir que pasa! Tú te crees que las cimas del mundo están para conquistarlas, sin importar que te llevas por delante!
No ves más allá de tus narices y piensas que por ser popular o ser guapo, tienes el derecho de destrozar todo aquello que te rodea.
Piensas que las personas de tu alrededor no sienten y puedes manipular sus sentimientos como te de la gana.
Ahora que han jugado contigo, te jode. Ahora sabes lo que es sufrir. Ahora tienes una pequeña idea de sentir que lo único que has hecho todo este tiempo a sido perderlo.
Porque ahora alguien te ha dado a probar tu propia medicina. Ahora no te quejes. Pero lo peor de todo, es que sé que no vas a aprender de esta situación. Porque eres un inmaduro. Un puto inmaduro...

- ...
- ¿Duele?
- Si. Duele todo lo que has dicho. Pero tu eres mi amiga. Se supone que me tienes que entender. Pero, ¡BAH! que coño vas a entender tu si nunca has amado a nadie...Tú que eres la dura. La inquebrantable, ¿me vienes a dar ahora clases de sentimentalismo? ¿De amor?
Yo lo que creó querida amiga, es que no tienes ni idea de como me siento.

- No tienes ni idea de lo que siento. Te crees que no sé como se siente uno cuando te rompen en dos? ¿Como notas que la ira te desciende desde el corazón y te quema cualquier tipo de sentimiento que intenta florecer?
Cuando notas la peor sensación del mundo; Sentirte vacío por dentro.
Sin nada por lo que mirar a la ventana y poder decir, ¡Que bonito día!
Cuando notas que todo tu ser se ha caído a los pies y no hay una sola forma de levantarlo
Que todo lo que has contruido, se ha derrumbado para dejar paso a la nada.
¿Donde cojones piensas que vives?
¡Eras TÚ! ¡TÚ eras el que pensaba que jamás iba a sentir nada por nadie!
¡TÚ eres la persona que no conoces los ojos del alma! El que no es capaz de mirar con ellos. Solo miras con los que supuestamente un pedazo de cabrón nos doto un día!
Estos ojos nunca te van a servir de nada! ¡Con ellos no puedes encontrar nada de lo que es importante en la vida! ¡Con ellos vas a conocer solo mentiras!
Nada de lo que ves es real, hasta que lo sientes.
Y no me puedo imaginar como yo, joder...

- Como tú, ¿qué?
-Como yo me he podido enamorar de alguien que ni siquiera se conoce a si mísmo...




Lidia V.
17/07/09

lunes, 13 de julio de 2009

Completó el resplandor del sol en el momento que en mi sueño abrió los ojos, y la luz que estos desprendían inundó toda mi alma haciendo así que me despertase sobresaltada.
La tarde se iba a dormir con esa luz anaranjada que tanto había amado hacía unos meses.
Su olor, su mirada e incluso sus pensamientos seguían invadiendo mi mente y el que había sido nuestro hogar.
No podía para de recordar sus profundos ojos negros que tenían el extraño poder de hacerme sentir tan menuda e incrédula, que ni siquiera era capaz de luchar contra ellos.
Era un mirada limpia, profunda, que conseguía cautivarme durante horas, días e incluso años.
Me levanté de la cama con la sensación que había dormido durante siglos, pero que aun tenía sueño. Mis mejillas estaban empapadas de soledad y dolor.
La angustia picó a mi puerta en el momento que ví que había una carta encima de la mesa del comedor.
La luz anaranjada la iluminaba como si se en ese sobre, se escondiese un ángel.
Me acerqué con cautela a ella con la intención de abrirla, porque tenía la sensación que las palabras y emociones que contenía iban a salir disparadas contra mi, haciéndome chocar contra un muro que pensaba ya derribado.
Al abrir el sobre que contenía mi nombre me quedé paralizada durante unos minutos.
Sabía que lo que él hubiera escrito en ese momento, iba a determinar el camino de mi ser para siempre.


"Supongo que a veces se crea una dependencia. Es una droga a la que no te puedes desenganchar. Esa persona se mete en tus sueños, en tu vida y en tu tiempo. Te roba todas las ilusiones "tuyas" para hacerlas "nuestras" y te hace ver que la vida, no es respirar o sentir. Es el momento en que los pulmones se comprimen para dejar paso a las sensaciones.

Una vez, una sola vez en tu vida, se presenta una guerra en tu vida. Un revolución que te cambiara pasa siempre. Que te hará volar a lo más alto o te hará hundirte en el fondo del corazón. Es revolución te hará enfrentarte a los más temidos miedos del mundo. Pero te deberás enfrentarte solo. Sin ayuda de nadie. Porque esta revolución te perforará el corazón sin ningún tipo de piedad. Te hará llorar, sufrir y sangrar ira y rabia.
Nunca, nunca podrás olvidar todo lo que te hará sentir. En esta batalla ni se pierde ni se gana. Porque solo con poder lucharla una vez en toda vida, ya habrás ganado.
Y todos, incluso los que tiene el corazón de piedra, aprenderán a rendirse ante ella y darán la vida por sentir su aliento.
Es revolución te va a enseñar a vivir. Y te hará mejor o peor persona.
Esa revolución te va a cambiar para siempre la vida. Porque ya no será tuya. Será una vida compartida para el resto de la eternidad.
A esa revolución la suelen llamar amor...

No puedo imaginar como serían los días sin esa tranquilidad que me proporcionabas cada noche antes de acostarte. He aprendido a dejar un lado el rencor y la rabia para ser mejor persona. Has creado mucho más que una revolución en mi.
¿Sabes? Solía despertarme a media noche y no me podía volver a dormir.
Entonces te miraba y acariciaba tu cara con timidez. Notaba el roce de tu cuerpo junto al mío desnudos y sin temor al frío invierno. Nuestras almas se arropaban juntas. Entonces notaba que tu mano estaba agarrada a la mía con fuerza a pesar de que estabas dormida. Ese era el momento del día en el que me sentía libre y feliz.
Nunca, nadie, me hará volver a sentir lo que he sentido contigo porqué para eso, debería ser el mismo y ya no lo soy.
Contigo he construido estrellas en medio de la nada. He aprendido a ver el mundo con los ojos del alma...
Y ahora que el mio ha quedado derribado para siempre, solo puedo decirte que tú has sido esa revolución. Gracias por hacerme vibrar, por todas las emociones regaladas y por todas estrellas creadas a tu lado.
Perdoname.
Te quiero..."







En ese momento, me dí cuenta que mi revolución había acabado para siempre.
Ahora solo quedaba curar las heridas y prepararse para lo peor..
El olvido y la resignación.






Lidia V.
14/7/09
¡Hola a todos!

Me inicio en este mundillo mas que nada para tener un lugar donde pueda comentar lo que quiera y la gente pueda ver lo que mas me gusta hacer en la vida; escribir.
Así, tendré más critica por parte de gente que no me conoce y mejoraré.
Empezaré escribiendo pequeños textos sueltos y si veo que gusta, escribiré una pequeña historia donde publicaré un capitulo por semana.
Intentaré escribir dos o tres veces por semana para mantener esto a flote.



¡Muchas gracias!:)